viernes, 24 de octubre de 2008

EN KE MUNDO NACEMOS

EN QUE MUNDO NACEMOS
NUESTRA DIMENSION INDIVIDUAL Y COLECTIVAPor Casilda Rodrigáñez y Rebeca Madrazo
Manresa, mayo 2005.
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1
PERSPECTIVA:
UN MUNDO SIN MADRE
Como dice Victoria Sau, nacemos en un mundo sin madre (1). Por lo general se define el Patriarcado como la sociedad que funciona según la Ley del Padre. Creemos que sería conveniente empezar a enfocar el análisis desde la perspectiva de que ésta es una sociedad sin madre. Es decir, en lugar de quedarnos en el análisis crítico de lo que tenemos, pasar al análisis, esclarecedor y luminoso, de lo que nos han quitado, de lo que nos falta; para reconocer y recuperar la mujer perdida “en la sombra de la cultura”, des-terrada en el Hades mitológico y en los infiernos judeocristianos; así como todo aquello que nos permitiese reconocer los caminos y los pasos posibles y necesarios para dejar este Valle de Lágrimas y regresar al paraíso del bienestar perdido.
Sabemos que nuestra organización social actual es patológica y produce sufrimiento, porque no esta organizada como correspondería a nuestra condición humana, desde la madre. Como demostró la antropóloga Martha Moia, la estructura humana original, mantenida durante milenios, a partir de la cual derivaron todas las demás que la historia ha conocido, fue la matrifocal (o‘ginecogrupo’ como ella lo llama) (2)
Por su parte Bachofen, que analiza el mundo ‘anterior a la aparición de la paternidad’ en base a la mitología y literatura antigua, habla de una organización social que se vertebraba desde el ‘mutterlich’ que textualmente quiere decir maternal (y no‘matriarcal’), y al ‘muttertum’, textualmente, ‘lo materno’ (y tampoco ‘matriarcal’, como se ha venido traduciendo falsamente). Los grupos humanos y las relaciones fraternales surgían del ‘muttertum’, del aliento y del deseo de bienestar que mana del cuerpo materno. (3)
Bachofen constantemente se refiere a la armonía social de la organización matrifocal por sus mecanismos ‘naturales’ de autorregulación. Los descubrimientos arqueológicos están confirmando (Marija Gimbutas 1985 (4)) la ausencia de ‘archos’ en la sociedad neolítica europea (entre 10.000 y 2500 años a.c.), es decir, sin jefaturas, gobierno o jerarquía alguna; ni desigualdad social.
La antropóloga Christine Mathieu (5), en el libro La Tierra de las Mujeres, que recoge el relato autobiográfico de una mujer Moso, pueblo chino en la frontera con el Tibet, también rechaza el calificativo de ‘matriarcal’ para este pueblo que ha conservado el modo de vida de la matria.
Así pues hay que dejar de asociar las relaciones grupales y la formación social que se organiza a partir de lo maternal (el muttertum) a un matriarcado (que viene de matri-‘archos’, archos = el que manda), también llamado por Bachofen ginecocracia (gineco= mujer, cratos = Poder), formación social que efectivamente, según este autor, existió en un momento concreto de la transición al Patriarcado, en el periodo final de las sociedades basadas en el ‘derecho de madre’ (mutterrecht), antes de la generalización del Patriarcado; en cualquier caso, de ninguna manera puede extenderse el periodo ginecocrátiaco a toda la Humanidad pre-patriarcal.
Lo maternal es la energía libidinal que mana de los cuerpos femeninos. Bachofen da en el clavo cuando afirma la existencia de una organización social que descansa en la energía libidinal, pues la matrística fue una formación social basada en la autorregulación natural. Lo maternal no es una producción de un alma espiritual,ni ninguna religión de ninguna Diosa, ni un ideario sacado de alguna mente iluminada, ni mucho menos una voluntad racional y social de reprimir a las criaturas humanas y domesticarlas para formar guerreros, esclavas y esclavos, adaptadas y adaptados a las relaciones de Poder, y obedientes a las leyes u órdenes de los padres. Y tampoco es una energía cósmica indiferenciada, sino una energía sexual concreta con una función orgánica y social concreta.

2
UN MUNDO SIN LIBIDO FEMENINA

* LA LIBIDO EN GENERAL – la líbido masculina, femenina, de todas las edades- ES LA ENERGIA REGULADORA DE LA VIDA HUMANA
- DE LOS CUERPOS INDIVIDUALES- Y DE LA ORGANIZACIÓN SOCIAL.
** LA LIBIDO FEMENINA EN PARTICULAR TIENE UNA FUNCION BÁSICA:
- PARA EL CRECIMIENTO DE LA CRIATURA HUMANA- Y PARA LA VERTEBRACIÓN DE LA ORGANIZACIÓN SOCIAL.
La psicóloga francesa Luce Irigaray nos descubre la falta, básica, emocional, que supone la falta de madre; incluso el deseo olvidado e ignorado, por nosotras mismas y por la sociedad, del cuerpo materno; una líbido nuestra reprimida en la etapa primal, desaparecida de la cultura y en los hábitos sociales, salvo fisuras y grietas que siempre las hay. Irigaray clama por la falta de semántica y de símbolos que haga referencia a ello, y que no nos permite ni tan siquiera nombrar o imaginar el deseo del cuerpo materno (6).
Lo maternal es libidinoso; es deseo visceral de bienestar de las criaturas, de hijos e hijas, de hermanos y hermanas, de madres, tíos, abuelas y de amantes en general. Era la líbido, que operaba de forma natural en la regulación de la vida humana, produciendo la verdadera fraternidad humana, como decía Bachofen.
Michael Balint (1971) uno de los más reconocidos discípulos de Freud, y también de los que más acertadamente, corrigieron algunos de sus fallos, en su crucial obra La Falta Básica, habla de la ignorada y reprimida líbido de la maternidad (7). Esta ignorancia es la razón por la que antropólogos, sociólogos, editores, traductores e investigadores en general, no han entendido nada de la obra de Bachofen, traduciendo ‘mutterlich’ y ‘muttertum’ por ‘matriarcal’: esto, claro está, guarda relación directa con el hecho de que en nuestro mundo presente (semántica, hábitos, cultura en general), la maternidad no se considera una etapa de la vida sexual de la mujer, ni un proceso sexual, sino una enfermedad a tratar por la medicina. Por eso, desde esta perspectiva, no se entiende nada de lo que significaba para Bachofen el ‘mutterlich’ y el ‘muttertum’: como dice Balint, el ‘muttertum’ es para cada ser humano la carga inicial de energía libidinal y su falta le provocará una herida que afectará a todo su estructura psicobiológica y permanecerá altamente activa alentando ansiedad durante toda su vida...: por eso el grupo humano organizado de forma natural, se vertebraba desde y en torno al ‘muttertum’:
En la sociedad anterior al Patriarcado, hace 4000/6000 años lo maternal funcionaba como una fuente de energía libidinal benefactora, que sentaba las bases de unas relaciones grupales armónicas, organizadas para producir y realizar el bienestar común del grupo; el Patriarcado sin embargo se organiza para realizar empresas de devastación, conquista y acaparación, o sea, el Poder y el sufrimiento humano. La sociedad patriarcal no se levanta contra una sociedad matriarcal, sino contra una sociedad autorregulada por la energía libidinal desde lo maternal; una sociedad en la que se reconocía la función y el papel de la madre. Como decía Bachofen, la fraternidad o hermandad humana se deriva de la madre.
Pero junto al muttertum se destierra también la sexualidad primal e infantil; la energía libidinal de nuestros cuerpos en la etapa crucial de nuestra formación y que tiene una importancia clave en la vida de cualquier ser humano.
El Freud de los primeros tiempos reconocía esta importancia, hasta el punto de considerar la amnesia que tenemos de esa etapa primal de nuestras vidas relacionada con la represión sexual que se ejerce sobre la misma.(8)
La autorregulación de la vida humana por la líbido es una de las grandes contribuciones de W.Reich al esclarecimiento del mundo en el que nacemos y vivimos; y puede estudiarse en sus obras Psicología de masas del fascismo, y La función del Orgasmo.(9) En estas obras, Reich hace referencia explícita a Bachofen, Morgan (10), Malinowski(11) y otros antropólogos, para avalar la existencia histórica de la autorregulación natural y de una sexualidad espontánea en los tiempos anteriores al patriarcado.
Para Reich la formación armónica se organiza según la energía libidinal natural, que da lugar a una formación sinérgica –no jerárquica- propia de la vida en general. (12) Pero Bachofen, antes que Reich, formuló la relación entre la organización social y la función de la líbido. Puesto que para Bachofen, la fraternidad no es un ideal político o religioso, sino el producto del mutterlich y del muttertum.
Sin líbido no hay sinergia social ni tejido social armónico. La contención de la líbido, y en concreto de la líbido femenina, se organizó para levantar la organización humana jerarquizada y las relaciones de Poder.
Otra obra imprescindible es El Anti-edipo de Deleuze y Guattari (13): porque nos hablan desde la perspectiva de lo que nos han quitado, y de lo que nos falta: desde la perspectiva del estado de carencia en el que nos desarrollamos, y recuerdan la inevitabilidad de las neurosis en una sociedad donde el deseo y la líbido no pueden fluir libre y espontáneamente.
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La líbido femenina evidentemente no es exclusiva del ciclo maternal de la vida de la mujer. También se manifestaba en todos los demás ámbitos y etapas de la vida de las mujeres.
Por ejemplo, tenemos referencias de la imagen de la sirena, que representaba la voluptuosidad y sexualidad de las vírgenes, que no eran mujeres castas, sino mujeres sexualmente activas pero sin relaciones coitales con los hombres; las sirenas (el pez en el neolítico europeo simbolizaba el útero (Marija Gimbutas) es la imagen que representa la líbido femenina no materna y no falocéntrica: la líbido y la sexualidad más específica de las niñas y muchachas jóvenes.
Los arqueólogos se hacen dos preguntas que no tienen respuesta desde la perspectiva de la sociedad nuestra actual: una es ¿por qué en el paleolítico se representaban figuras de mujer de manera generalizada y apenas de hombres?(Henri Delporte (14)) Y la otra: ¿por qué en el neolítico la forma más representada es el útero? (Gimbutas (4)) Sin embargo desde la perspectiva de la matria, las preguntas no tienen ningún misterio. Como dice Bachofen, el papel del mutterlich y del muttertum en la organización grupal hace comprensible el realce de la madre. Lo mismo que la proliferación de formas y de representaciones del útero responde a la sexualidad espontánea de antes del matricidio y de la represión específica de la sexualidad de la mujer.
El útero es el centro del esqueleto erógeno de la mujer. Según Masters y Johnsons en todo orgasmo femenino se producen contracciones del útero.
Nosotras preferimos decir que el orgasmo es el latido del útero (15).
El útero tiembla y palpita con la excitación sexual de la mujer.
La sexualidad uterina o cérvico-uterina ha sido estudiada por la sexóloga francesa Maryse de Choisy (16). No es este el lugar para entrar en este tema, pese a su importancia, y pese a ser el correlato del matricidio, y de toda la historia de la dominación del hombre sobre la mujer. Las mujeres tenían y tenemos una capacidad autoerótica no falocéntrica y no maternal; una capacidad de hacer temblar y latir el útero entrando en procesos de excitación sexual sin ninguna manipulación ni de la vagina ni del clítoris.
Hace unas semanas, en el programa de la televisión sobre sexo ‘Dos Rombos’, entró una llamada de una mujer para hacer una consulta. Explicó que era deportista y que al hacer abdominales se excitaba sexualmente y tenía orgasmos; quería saber si era ‘normal’. La presentadora del programa, supuestamente experta en sexología, le contestó que tenía mucha suerte, pero que desde luego “no era nada normal”. Después de colgar la presentadora debía de seguir dándole vueltas a lo insólito que le resultaba aquella información, y comentó que en otro programa había entrado una llamada de una mujer diciendo que cruzando las piernas y haciendo fuerza también se excitaba y obtenía placer sexual, sin ninguna de las manipulaciones manuales consideradas ‘normales’ de la masturbación femenina. Nos quedamos pensando en cuántas de estas consultas o informaciones le tendrían que llegar a esta experta en sexología, para empezar a atar cabos y a percatarse de la sexualidad uterina.
Esto es un ejemplo de hasta qué punto existe y es ignorada la sexualidad uterina de la mujer.
Porque en cambio, estos testimonios de las oyentes del programa televisivo, son perfectamente entendibles y coherentes con los resultados de las investigaciones de la sexóloga Maryse de Choisy sobre el orgasmo uterino o cérvico-uterino:
Un día, sin la ayuda de ninguna técnica, las chicas descubren ellas solas, que el gesto de apretar los muslos o las nalgas un poco más fuerte de lo habitual, les procura un orgasmo situado en alguna parte profunda de su interior....
El orgasmo femenino auténtico no se produce ni en el clítoris ni en la vagina. Tiene su origen en el cuello del útero... El orgasmo cérvico-uterino ... difiere radicalmente de todos los otros placeres en intensidad, en profundidad, en calidad, en ritmo sobre todo, en extensión. Es más difuso. Termina por abarcar el cuerpo entero.
Maryse de Choisy a lo largo de diez años hizo un trabajo de recogida de información con un cuestionario a 194 mujeres, y concluye asegurando que la sexología oficial confunde el ‘orgasmo vaginal’ con el uterino, a menudo metiendo al segundo en el saco del primero. Como ejemplo de esta confusión cita a Maria Bonaparte, que utiliza el término de ‘mujeres ‘ultravaginales’:
La mujer con posibilidades orgásmicas vaginales, supera con frecuencia al hombre, ya que parece que estas mujeres ultra-vaginales son precisamente aquellas que tienen orgasmos con mayor facilidad e intensidad.
De Choisy se pregunta si esas mujeres ‘ultravaginales’ (con mayor facilidad para el orgasmo y con orgasmos de mayor intensidad) no serían posiblmente ‘uterinas’... así se explica lo de ‘ultra vaginales’ como una manera de expresar la diferencia con las ‘vaginales’ a secas. (Esto de adjetivar a las mujeres por el tipo de orgasmos que tienen, se puso de moda en los 70 y los 80, y habría que acabar con ella. Pero esta autora habla en estos términos y nosotras vamos siguiendo su razonamiento...)
Otra prueba de esta confusión es la traducción que se viene haciendo, en los tratados sobre el tantrismo de la palabra ‘yoni’, que en sánscrito quiere decir literalmente ‘útero’; pues bien, en la mayoría de estos tratados, ‘yoni’ se traduce por ‘vagina’ que se presenta como el ‘organo sexual femenino’, y en paralelo al ‘lingam’, en sánscrito, ‘pene’, órgano sexual masculino. El lingam y el yoni, el pene y la vagina...
Termina diciendo de Choisy que en esta confusión no solo hay una buena dosis de narcisismo masculino y de ignorancia femenina, sino que lo que pasa es que ‘las cervico uterinas’ no frecuentan las consultas de los sexólogos y psicoanalistas que son los que fabrican la ‘ciencia’ de la sexología.
Todo esto viene a confirmar que la ‘sexualidad’ oficial y ‘científica’ no sabe nada de la verdadera sexualidad de la mujer. Como dice de Choisy, al menos Freud llegó a reconocer esta ignorancia cuando habló del ‘continente negro’, que no podía captar analíticamente por haber sufrido una represión ‘particularmente inexorable’.
Volviendo a las sirenas... Si tratamos de nadar con las piernas juntas y sin doblar las rodillas, comprobaremos que solo nos podemos impulsar con un movimiento de la pelvis, como una danza del vientre dentro del agua; el estilo de natación que resulta se asemeja a la forma de nadar de los delfines. La danza del vientre que conocemos hoy es un vestigio de las danzas sexuales de las mujeres de la matria; por otro lado, esto explica por qué las paredes del palacio cretense de Cnossos están decoradas con delfines y éstos se han considerado como una representación de la femeneidad.
Comprender lo que es el útero, la caja de resonancia del placer, una bolsa de tejido muscular que late como un corazón; entender cómo funciona, extendiendo sus fibras en cada latido, abriendo su boca rítmicamente, al tiempo que extiende el placer, hace comprensibles los partos orgásmicos y placenteros que han estudiado diversos investigadores como Juan Merelo Barberá, Serrano Vicens, etc. (17); asi como los relatos de antropólogos y viajeros como Bartolomé de las Casas que aseguraba que las mujeres indígenas del Caribe parían ‘prácticamente sin dolor’. Reich también sitúa en el tiempo -concretamente dice ‘desde hace siglos’- el útero contraído y espástico, que se contrae espasmódicamente produciendo el conocido dolor del calambre (los dolores de la dilatación), y no como algo perteneciente a la anatomía del cuerpo femenino. Frederick Leboyer habla también del útero que se abre suavemente casi con dulzura... poco a poco, a diferencia del útero que se crispa y se contrae en bloque (18).
También tenemos las hetairas de las que, como explica Maryse de Choisy, tenemos también referencias literarias e históricas; que amaban a sus ‘próximos’ (luego el cristianismo tendrá que espiritualizar aquella práctica con el ‘amor al próximo’ no corporal, y en general, inventar el amor no corporal), y que se abandonaban al primero que llegaba, para expiar el mal de la monogamia, que empezó a hacer sus primeras apariciones en la época ginecocrática de los comienzos del patriarcado. Pues aunque pueda parecer raro, en aquella época de sexualidad espontánea no sometida a reglamentación, el matrimonio monogámico era considerado un pacto mercenario contra natura y una aberración sexual.
El cambio de la sexualidad espontánea a su estricta normativización, obliga a invertir lo que se considera bueno y beneficioso, y lo que se considera malo y nocivo para la organización social. Como dicen Bachofen y de Choisy, el tránsito de la matrística al Patriarcado, no pudo producirse sin un fuerte cambio de moral.
Este cambio, de una sexualidad que se practicaba según el fluído espontáneo de la líbido, a un orden sexual según una reglamentación, presupone necesariamente la represión de la líbido que promueve dicha sexualidad.
El cambio fue en paralelo con otro: el de los bienes del grupo, que pasaron de estar ahí para su uso y disfrute por parte de los miembros del grupo matrifocal, a la propiedad privada acumulada del patriarca; los bienes del grupo matrifocal permanecían siempre en el grupo y pasaban de una generación a otra en transmisión horizontal; las cosas estaban en el lugar donde se vivía, no eran poseídas por personas. El disfrute horizontal de los bienes descansa en la fraternidad natural producida por el muttertum, y excluye el concepto de ‘propiedad’, del mismo modo que la organización social libidinalmente autorregulada excluye el concepto del ‘archos’ o de Autoridad que ordena lo que se debe y no se debe hacer. Lo primero funciona por la energía interna que le es inherente; lo segundo por las ordenes transmitidas verticalmente desde un Poder.
La propiedad patriarcal, supone la transmisión vertical de los bienes, convertidos en patrimonio, y su disfrute queda sujeto a la correlación de fuerzas de la relación de Poder; implica el ‘filio’ o heredero del patriarca, que asume la empresa de Poder y el patrimonio del padre.
Este es el origen de la paternidad, inexistente en la matristica, para vertebrar las relaciones de Poder. Según la historia (19), en los comienzos del patriarcado el padre era el jefe o el rey; sus seguidores, sus siervos, eran sus hijos: este es el origen de la paternidad, nada que ver con la líbido espontánea de los hombres hacia las criaturas y mujeres del grupo (puesto que su origen fue el ejercicio de la Autoridad y el Poder del Padre). Por eso, una de las características que Bachofen explica de la estructura horizontal de la sociedad matrifocal (además del hetairismo, etc.) es que era una sociedad de ‘polipáteres’: o sea una sociedad en la que cada criatura tenía muchos ‘padres’... Bachofen y otros que hablan de la sociedad de ‘polipateres’ no pueden abandonar del todo la perspectiva patriarcal.
El disfrute horizontal de los bienes es el correlato de lo que la antropología ha llamado ‘sistema de identidad grupal’, en el que la percepción de uno o de una misma era ante todo la de ser parte de un grupo; la propiedad privada va en cambio pareja al ego y a su pulsión de acaparar y de afirmarse con la posesión; va a unido a la percepción de sí mismo o de sí misma ante todo como ser individual cuya supervivencia depende de sus posibilidades (Poder) para el ejercicio de la apropiación.
La familia patriarcal, organizada en torno al matrimonio, presupone la contención sistemática de la energía libidinal.
Freud aseguró que sólo hay una líbido, la masculina; la líbido específica femenina ha sido silenciada, calumniada y sometida a una represión ‘inexorable’. Pero esto supone un desquiciamiento de la autorregulación líbidinal y de la sexualidad, que necesariamente desquicia la propia líbido y la propia sexualidad masculina; y que aunque menos silenciada e ignorada, ha sido sometida a grandes dosis de perversión sado-masoquista para sustentar las relaciones sociales de Poder.
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¿Qué es la líbido?
La líbido es el deseo de placer propio y ajeno, inducido por otros u otras, o por el funcionamiento del propio organismo; este deseo es un fenómeno que se produce en nuestro interior, se irradia por nuestro cuerpo y se derrama hacia fuera; es el principio inmanente de nuestra vida en el sentido de que ‘anima’ la vitalidad de nuestro cuerpo; es su ánimo o lo que le anima; luego, esa ‘ánima’ se desliga de su condición corporal y se espiritualiza y se convierte en el ‘alma’; es el surgimiento artificioso y manipulador de todas las técnicas, rituales y creencias encaminadas a propiciar la sublimación del deseo y la contención de la líbido.
Para que pueda funcionar la sociedad patriarcal, la líbido y el deseo tienen que estar sublimados (idealizados, codificados) e inhibidos.
La sublimación y contención de la líbido es una operación devastadora de la vida humana. Para empezar, nos desconecta de nuestro propio cuerpo, perdemos la ‘conexión’ anímica cuerpo-mente. Una de las características de la persona patriarcal es que tiene la mente desconectada del cuerpo, porque nuestras mentes se han construido a contracorriente del cuerpo y como si fueran algo ajeno y diferenciado del cuerpo; como si la mente fuera un ente autónomo con respecto del cuerpo, y además que le vigila y ordena en contra de su propia autorregulación; y por eso, en general, la falta de conciencia de lo que pasa en nuestro cuerpo: no sabemos qué somos y qué nos pasa; es nuestro estado patológico, alterado, psíquica y fisiológicamente anómalo, de sumisión inconsciente y de servidumbre voluntaria al orden establecido.
La contención de la líbido tiene efectos devastadores psíquica y somáticamente (Reich).
El ‘des-ánimo’, entonces, se produce cuando hay falta de líbido o cuando la energía libidinal está bajo mínimos.
La líbido presupondría una sexualidad desinhibida, por eso a veces se confunden; pero aunque son inmediatas la una con respecto a la otra, no son exactamente lo mismo: la líbido es el deseo, el ánimo, el impulso o pulsión; la sexualidad es la vivencia corporal del placer. Por ejemplo, en nuestro mundo se produce líbido que se reprime y no se traduce en vivencia de sexualidad; hay líbido sin sexualidad; lo que pasa es que, cuando a la producción libidinal no le sigue la vivencia de la sexualidad, la líbido también se estanca y deja de producirse. La líbido es lo que promueve la sexualidad, y la sexualidad reactiva la líbido; es un sistema que se retroalimenta, como todas o casi todas las funciones orgánicas.
El placer siempre se produce dentro de los cuerpos y cumple una función de revitalización psicosomática y de recarga de la energía libidinal; es una corriente o temblor que pasa de una célula a otra, recorre las células de los órganos interiores, las células de la piel y de nuestro sistema nervioso.
El deseo de placer camina junto con el deseo de complacer, van casi siempre juntos, siempre que el deseo haya sido estimulado por algún ‘próximo’ o ‘próxima’. Cuando estamos ‘enamoradas’ desde la integridad de la criatura que somos, deseamos que a nuestro alrededor todo el mundo se sienta tan feliz como nosotras. Esto es un indicador de que los sentimientos no están corrompidos por el sadomasoquismo inherente a las relaciones de Poder, que corrompen las relaciones amorosas.
La líbido ha sido calumniada por nuestra cultura, y se la llamado lascivia; las mujeres libidinosas, permanentemente produciendo líbido, eran mujeres con una sexualidad desinhibida y por tanto pecadoras y malas madres. Esta es la mayor mentira, porque la líbido busca el complacer, y la líbido o pulsión sexual de la maternidad produce el ‘ama’ (am en sánscrito y en sumerio significa ‘juntar’, y la simbiosis o ayuntamiento básico de la díada madre-criatura, por eso en las lenguas pre-indoeuropeas, directamente entroncadas en la matrística, ‘ama’ significa ‘madre’: en euskera, etrusco, minoico, ibero-tarteso, moso...).
En castellano ‘ama’, según el Diccionario Anaya, etimológicamente viene del ‘ama’ euskera, pero no significa lo mismo: Uno de sus significados es ‘dueña’ (el ama y el amo); otro, la mujer que por encargo cría a un niño o niña. La semántica también es reveladora.
La líbido produce el amor maternal; es el deseo de complacer y de bienestar de la criatura que se realiza con el propio placer y bienestar de la madre. Como dice Bachofen esto nos hace comprender ‘el realce de la madre’ en la producción de imágenes de la cultura pre-patriarcal, que se deben a ese ‘realce’ o importancia relevante que tenía el muttertum y el mutterlich para todo el grupo, y no a cultos religiosos a supuestas diosas.
Como no se podía negar la condición bondadosa y benefactora del ‘amor’, lo que se hace es espiritualizarlo, desligándolo de la líbido, de las pulsiones sexuales; y vinculándolo a un ‘ánima’ de condición supuestamente no corpórea; lo cual es mentira porque esa ‘ánima’ o alma espiritual es un subproducto patológico de la represión de la líbido y de su sublimación o idealización. La idealización o sublimación es el proceso por el cual se corta el impulso del deseo de placer que es consustancial a ‘la carne’ humana.
Pero la sublimación y espiritualización de la líbido no sólo anula el deseo de placer sino también el de complacer. El deseo de complacer es visceral y se dirige al bienestar inmediato de la criatura; en cambio el amor espiritual, una vez aceptado el Orden represivo Establecido, como un Bien el, la reprime ‘por su propio bien’. El amor espiritual puede pasar por alto el bienestar inmediato del ser ‘querido’ y puede subordinarlo a su adaptación al orden establecido, que se presenta camuflado de un supuesto bienestar futuro. De esta manera se quiebra el mecanismo natural de la líbido prevista para proteger y preservar el bienestar de las criaturas humanas.
Las malas madres no son las madres sexualmente desinhibidas y ‘libidinosas’, sino por el contrario las que subliman el deseo de placer de su cuerpo, porque pierden la empatía y el deseo de complacer a sus criaturas. Por eso decía San Agustín: ‘dadme otras madres y os daré otro mundo’.
Por eso, en este ‘otro mundo’ de San Agustín y de los santos padres de Occidente, nos socializamos y vivimos con la líbido sublimada y como si la maternidad no fuera parte de la vida sexual de las mujeres. Así nos convertimos en sucedáneos de madres, capaces de reprimir los deseos de nuestras criaturas, y de administrarles las más sutiles de las torturas, de forma sistemática y cotidiana.
...
La líbido no es una energía cósmica abstracta o indefinida; es una energía específica que se produce en nuestro cuerpo y mana de él.
Es cierto que todo es materia y/o energía; pero no todas las materias y las energías son iguales, ni producen fenómenos iguales. No es lo mismo el agua de un río que la ventana de mi casa, y ambas son materia. No es la misma energía la que nos llega con los rayos solares que la energía sexual de nuestras vísceras. Diluir la líbido femenina en la energía general del cosmos, o indiferenciar la líbido femenina dentro de la energía en general, es otra forma de sublimarla.
Esta estrategia tiene una apariencia científica porque se apoya en una verdad: que la líbido femenina forma parte de toda la energía del Universo; pero de la misma manera en que una célula de mi mano forma parte también del Universo. Y de lo que se trata en concreto es de la función específica de mi mano con respecto a mi cuerpo y a mi entorno social; función diseñada filogenéticamente para la conservación y bienestar del género humano, pero que ahora, ¿pura casualidad?, nadie quiere que realice; no la función de la mano, sino la de la líbido. Por eso no creemos que sea casualidad, ni cosa inocente alguna, la actual moda de diluir la líbido femenina en la energía general del Universo definiéndola como una ‘diosa’ que llevamos dentro, cuando hay voces y conceptos para llamar al pan pan y al vino vino.
Lo que en algunos sitios se llama ‘energía femenina’, ‘fuerza femenina’ o ‘poder femenino’ no es una energía cósmica general cualquiera que se ‘feminizase’ al penetrar, o que estuviera, en el cuerpo de una mujer; en realidad creo que a lo que algunos se quieren referir, y lo que otros quieren encubrir con esos términos, es la energía libidinal femenina. La confusión puede estar también originada por la traducción del ‘power’ inglés (esta tendencia sublimatoria procede del mundo anglosajón) que puede ser ‘energía’, ‘fuerza’ o ‘poder’. Pero esta confusión debe deshacerse porque la líbido tiene que reconocerse, diferenciarse, llamarse, decirse, conceptualizarse, sin ningún tipo de enmascaramiento; es imprescindible para el presente y futuro desarrollo de la humanidad. En este sentido, Jung con su insistencia en la condición de la líbido como parte de la energía cósmica general, nos ha hecho un flaco servicio, facilitando las nuevas religiones y estrategias de sublimación.
Hay que bajar de los cielos estelares a nuestros cuerpos y contemplar la energía libidinal que se reconoce por su función y la pasión visceral que produce. Esta pasión no puede tolerar por ejemplo el sufrimiento del ser deseado; no puede ser engañada y consentir, por ejemplo, el llanto de un bebé; en cambio la líbido sublimada o espiritualizada, sí puede consentirlo (‘por su propio bien’). Esta es la ‘prueba del algodón’ para saber si mi ‘amor’ hacia el bebé es de verdad o está pervertido por la patología de la sublimación; con esta ‘prueba’ no hay posibilidad de confusión. El amor sublimado en cambio se reconoce porque en lugar de producir el bienestar inmediato de la criatura produce la manipulación adulta sobre las criaturas, y en general, el ejercicio del Poder adulto; la madre y el padre que reafirman sus egos ordenando y mandando lo que sus hijos e hijas tienen que hacer y dejar de hacer.
La líbido femenina es la líbido básica de la vida humana en un doble sentido: en el sentido de que es la que permite el crecimiento de la criatura humana con su gran carga o catexia libidinal inicial; y en el sentido de que vertebra las relaciones sociales, las estructuras de parentesco de los más próximos. Es la energía humana más fuerte, como decían los chamanes, la gran fuerza de las mujeres que se condensa en su matriz o útero (Los Pases Mágicos de Carlos Castaneda).

3
NUESTRA DIMENSION INDIVIDUAL Y SOCIAL
Debemos contemplar los distintos aspectos o parámetros de nuestra condición humana individual, masculina o femenina, desde la perspectiva de lo anteriormente dicho.
Frente a la autorregulación----> reglamentaciónla sinergia --> jerarquíabienestar--> sufrimientofluir espontáneo--> obediencia sumisión ejercicio del Podersexualidad indiferenciada y cíclica--> alineación falocráticasistema de ‘identidad grupal’--> ego individualDisfrute horizontal de bienes-> propiedad privada=patrimonio

4
EL EGO MASCULINO Y FEMENINO
La sublimación de la líbido se inicia cuando a la criatura recién nacida se le niega el cuerpo materno; luego se va afirmando y llenando de contenidos específicos a lo largo de la infancia hasta la adultez y de forma permanente a lo largo de nuestras vidas.
Porque la sublimación de la líbido no se hace en el vacío: se hace en una cultura y en una sociedad determinada que deforma y codifica nuestros deseos; más o menos, nos dice: “ves a tu padre y a tu madre cuerpo a cuerpo, juntos, durmiendo en la misma cama: ese es tu deseo, eso es lo que anhelas desde lo más hondo de tu ser, no estar sola, estar ahí cuerpo con cuerpo; pero tú no tienes que estar ahí ahora, no te toca; tienes que aguantar veinte años por lo menos, hasta ser adulta y encontrar alguien del otro sexo para hacer lo mismo que ‘mamá’ con ‘papá’; lo que deseas y anhelas, es para cuando seas mayor, como mamá con papá”. Y ahí están las relaciones de dominación entre ellos, entonces: “así ha de ser tu amor de mayor, como una buena esposa, como un buen marido...”. Este fenómeno sublimatorio y codificador es lo que Deleuze y Guattari llaman ‘edipización’ del deseo y de la psique. La ‘edipización’ es la formación de los géneros, que tienen sus raíces en la falta básica, en los cimientos de los egos que se levantan con la falta de madre.
La sublimación de la líbido tiene, pues, como complemento el mito de la media naranja. El anhelo simbiótico primal se proyecta idealmente a una simbiosis adulta (las dos mitades de la naranja que se juntan).
Así se codifica o se define ese deseo primario como adulto y falocéntrico (cuando originariamente no lo era, era un deseo del otro sexo silenciado); durante la infancia nos dicen que toda pulsión sexual es ´pecado´, porque eso sólo corresponde a l@s adult@s cuando ‘se casan’. Entonces crecemos pensando que nuestro anhelo es encontrar al príncipe azul, al hombre de nuestra vida, y que toda nuestra energía sexual será absorbida y colmada por la media naranja. Sólo cuando se cumple puntualmente la Ley y se realiza el paradigma (encontramos al principe azul, o la media naranja) nos veremos libres de ansiedad, y también por eso el menor desajuste o crisis de inadaptación a la norma provoca tanta ansiedad y depresiones. La sublimación de la falta básica, claro está, es diferente en las niñas y en los niños, y ahí arranca la construcción de los géneros, y todo el sistema de identidad, que tienen profundas raíces emocionales e inconscientes. En realidad, cuando realizamos los paradigmas del género femenino y del género masculino establecidos, además de afirmar las instituciones que sostienen el orden social (el Matrimonio o la Pareja estable heterosexual y mongámica), afirmamos también nuestra existencia cuestionada; por eso los géneros están tan arraigados socialmente y son tan difíciles de cuestionar.
Y sin embargo el cuestionamiento de los géneros es imparable porque las cosas no funcionan como el mito de la media naranja; aunque por el momento, el cuestionamiento es como un boomerang, que hagamos lo que hagamos siempre parece que volvemos al punto de partida. Y es imparable porque el mito de la media naranja en el que proyectamos de niñas nuestros proyecto de vida y de felicidad es una imagen engañosa.
En primer lugar se ofrece la imagen de la simbiosis de las dos mitades de la naranja, como proyecto de vida adulta. Pero la simbiosis sólo pertence a la etapa primal, cuando necesitamos estar en brazos, permanentemente fusionados para comer, tener calor, estar protegid@s, movernos, etc. La líbido adulta (excepto el estado de exterogestación de la mujer) se produce para fusiones discontinuas, no para un estado de fusión o simbiosis permanente. Entonces la trampa está en que se ofrece la imagen de la naranja, que se sabe que no es cierta, para atrapar y canalizar el anhelo simbiótico del cuerpo materno. Por eso no existe principe azul que pueda colmar dicho anhelo. En este camino emocional desaparece de nuestras vidas el cuerpo de la madre y su significado.
En segundo lugar, nuestra sexualidad no se complementa unívocamente con la del hombre. El mito de la media naranja ofrece la imagen de una complementariedad recíproca, cuando la mujer tiene estados sexuales y pasa por ciclos de su vida en los que su líbido no se orienta hacia el hombre. El orden simbólico falocrático proyecta la imagen de simetría entre los dos sexos, para así dejar fuera de la imaginación y de la realidad toda la sexualidad femenina no falocéntrica. ¿Cómo no va a haber crisis de pareja? La pareja estable adulta, es un paradigma falocrático, no pertenece a la sexualidad natural del género humano.
En tercer lugar, a lo largo de nuestras vidas el deseo no se queda fijado siempre en la misma persona; nadie honestamente puede decir que sólo ha querido a una sola persona en su vida. Por eso cuando la ley cede terreno y reconoce el derecho a ser coherente con los sentimientos (en apariencia al menos) el matrimonio y la familia entra en crisis. En la familia tradicional, las relaciones entre los cónyuges y entre los padres y l@s hij@s se mantenían estables, haciendo cada cual lo que le tocaba, porque se asumía la ley, no porque fuese el desarrollo natural de los sentimientos. Ahora los padres se quejan que l@s hij@s no sienten respeto ni cuidan de sus viej@s, las parejas se deshacen cada dos por tres, etc. etc. Y así seguirá siendo mientras que no recuperemos las relaciones armónicas entre los sexos (que presupone el reconocimiento del sexo femenino y la asimetría de las funciones de cada sexo).
En cuarto lugar, las dos mitades de la naranja nos las presentan como dos mitades homólogas, mismo volúmen, mismo peso, etc. Esto esconde la relación de Poder del género masculino sobre el femenino. Aunque no sea una ley escrita (hoy supu la ley reconoce igualdad de derechos etc. etc.), el Poder del sexo masculino está inscrito en el inconsciente colectivo, desde que el colectivo hegemónico de varones inventó el sistema de otorgar a cada hombre, por ser hombre, una cuota de la potestad de la patria sobre la vida y la muerte de sus mujeres, de la descendencia de sus mujeres y de sus sierv@s (y no es casualidad que la figura jurídica de la patria potestas siga conservando este nombre en nuestros códigos civiles), y esto lleva milenios de puesta en práctica, de elaboración concreta y de rodaje, y por eso el machismo y la pre-potencia masculina siguen estando plenamente vigentes. Y por eso cuando los hombres entran en situaciones límites de dentidad ión pegan, violan y matan a sus mujeres, para autoafirmar su ego con el que trata de resarcir la existencia cuestionada: porque es mía y por eso hago lo que quiero. El paradigma del género masculino, que se resume en el nombre del ‘padre’, lleva incluído la patria potestas, el poder sobre la mujer y l@s hij@s; el del género femenino, la sumisión. Por mucho que de palabra digamos que es apoyo mutuo, amor, protección y respeto, sabemos que ahí está la relación de poder y sumisión.
En quinto lugar, el restablecimiento de la armonía entre los sexos no tiene nada que ver con la complementaridad de ningún ‘ego’, sino con la recuperación de lo que la antropología llama ‘sistema de identidad grupal’ (la percepción de sí misma como parte de un grupo). Recuperar la mujer enviada a los infiernos significa recuperar su función social, y ésta no es una función individual, sino grupal, de los grupos de mujeres. Y lo mismo se puede decir para la condición masculina no patriarcal.......
El ego es la reacción de supervivencia en un mundo sin madre y sin líbido; es la estructura psíquica que se construye para aguantar individualmente la falta de organización grupal, y poder funcionar en un mundo competitivo y fratricida. Se construye desde la contención de la líbido, al detenerse el modo de vida espontáneo. Es la formación psíquica para apuntalar individuos sin clan o sin tribu. Se va construyendo como mecanismo de supervivencia, ante la falta del entorno humano básico que nos correspondería a nuestra condición de criaturas humanas, ante la falta del cuerpo materno, ante el bloqueo de la sexualidad, ante la falta de seres humanos y de estructura horizontal donde poder fluir; se construye a medida que se quiebra la confianza y la inocencia, y se sustituyen por la desconfianza y el aprendizaje de las reglas de juego del mundo fratricida. Se construye con la ansiedad y la angustia del abandono; con el miedo, el hambre y la soledad que se ciernen en la criatura que nace y crece sin madre. El deseo requiere sensibilidad somática, percibir la caricia, la piel del otro. La represión el endurecimiento y el acorazamiento: nos insensibilizamos para sobrevivir. El mismo acorazamiento psicosomático que se forma para soportar la crueldad que se ejerce contra la criatura humana, servirá después para se capaces de ejercer esa misma crueldad contra otros seres humanos. El hombre se convierte en un lobo para el hombre. La fraternidad del mundo con madre se torna fratricidio.
El ego se construye desde la necesidad y no desde el deseo.
La realización del ego es la construcción de la persona patriarcal masculina o femenina, según el arquetipo viril protagonista de la historia (Amparo Moreno El arquetipo viril protagonista de la historia).
Los géneros son portadores de las relaciones de Poder; el ego masculino se afirma dominando la mujer, y el femenino siendo dominada y salvada por el hombre. Ambos tienen la misión de reproducir esas relaciones, mutilar emocionalmente a las criaturas que procrean, y educarlas en las relaciones de Poder. Cuando al hombre le falla la sumisión de la mujer, es decir, cuando considera que la mujer no le es lo suficientemente sumisa, siente cuestionada su propia existencia; porque su existencia se identifica con el ego masculino que se hace con la relación de dominación sobre una mujer: por eso la actual violencia machista contra las mujeres que empiezan a dejar de hacer el juego al ego masculino.
A su vez, la mujer siente cuestionada su existencia (La mujer rota de Simone de Beauvoir) cuando ‘su’ hombre la abandona: el ego femenino necesita pertenecer y ser ‘salvada’ por el hombre.

5
LA MATERNIDAD ES LA CLAVE DE TODO
Recuperar la maternidad es recuperar la organización social de la matria y también es recuperar la criatura humana.
Todos los colectivos y asociaciones que luchan por humanizar la maternidad y el nacimiento, están luchando contra el mundo entero patriarcal. Nos enfrentamos a cinco milenios de Poder patriarcal acumulado. Pero tenemos a nuestro favor algo que nadie puede destruir: Nuestros cuerpos y su líbido.

Notas(1) Victoria Sau. El vacío de la maternidad, ed. Icaria, 1995; “La Maternidad: una impostura” Duoda, Revista d’estudis feministes nº6 Barcelona 1994; Aportaciones para una lógica del feminismo, laSal edicions de les dones, Barcelona 1986:
“En el Patriarcado, todo el mundo está huérfano de madre”
El crimen organizado contra la madre -su deglución- es el matricidio primitivo. Desde entonces la maternidad no se trasciende a sí misma en valores sociales o culturales; no es portadora de tales valores sino porteadora de los valores del Padre... la maternidad no es homologable a la Paternidad. Al contrario, está al servicio de esta última. Que las mujeres hagan mucho maternaje, no significa que haya Maternidad. Incluso la parte más ‘natural’, a la que por otra parte ha sido reducida, no le pertenece porque también esas fuanciones en sensu strictu femeninas le han sido alienadas...¡La Madre ha muerto!¡Viva el Padre! (La Maternidad una impostura pag.99)

(2) Martha Moia El no de las niñas, laSal edicions deles Dones:
Las mujeres de varias generaciones se aúnan en la tarea común de dar y conservar la vida, y establecen el ginecogrupo, estructura más amplia que vincula a una pluralidad de personas. El ginecogrupo –y no la pareja heterosexual- es la primera forma de organización humana, original y universal... que se estructura a partir de exigencias específicamente humanas, es decir culturales y no instintivas... El vínculo original diádico mujer/criatura se expande al agregarse otras mujeres en estado de gestación-crianza, y las que habían pasado por esas etapas... para ayudarse en la tarea común de dar y conservar la vida. Una misma circunstancia las aúna, y el conocimiento compartido permite que cristalice la solidaridad entre ellas... los lazos que establece la cópulaen la época arcaica son momentáneos e inestables, y no parecen haber sido un elemento fundacional del grupo... Pags.65-66(...)Causará, sin duda sorpresa enterarse de que durante milenios las hijas de un hombre hayan sido las dadas a luz por sus hermanas, y no las engendradas por él. Sin embargo, esta noción es muy coherente en un sistema de identidad grupal en el que, además, existe una sexualidad libre (aunque controlada) tanto para la mujer como para el hombre. La paternidad, concepto social y no biológico, alude a una relación absolutamente diferente de la maternidad. La evolución de esta relaci´n es la historia de la opresión de la mujer... Pag. 77(...)La palabra ‘familia’ nombra a un conjunto de personas (parientes, criados y esclavos) reunidas en una relación de posesión/opresión con respecto a un hombre. Como realidad sociales muy reciente ya que cuenta con unos mil quinientos años. El ’matrimonio’ es un vínculo legal que se establece cuando un hombre entrega a un mujer (su posesión) a otro hombre (su posesión). Por ello ninguno de los dos términos sirve para caracterizar las relaciones grupales ni las individuales que enlazan a las mujeres y hombres del ginecogrupo... Pag.83

(3) J.J.Bachofen Mitología Arcaica y Derecho Materno (Das Mutterrech) Ed. Anthropos
El amor procedente del entorno materno (muttertum) no sólo es más tierno sino también más general, más universal. Tácito, que menciona esta idea restringida a la relación de hermanas entre los germanos, no se percata de su pleno significado, ni tampoco del amplio despliegue que ha obtenido en la historia. Si en el principio paterno (väterlichen Prinzip) impera el límite, en lo maternal (mutterlich) rige la universalidad; si el primero conlleva siempre la reducción a pequeños círculos, el segundo no conoce limitaciones, tan pocas como la naturaleza. La fraternidad universal de todos los hombres procede de lo materno (muttertum) procreador, y su realidad y reconocimiento sucumbirán con el desarrollo de la paternidad (Paternität)... La familia fundada sobre el derecho paterno (Väterrecht) se encierra en un organismo individual. La familia basada en el derecho materno por el contrario, posee el carácter universal típico que caracteriza a los comienzos de toda evolución y que distingue a la vida corporal de la espiritual.... Cada seno de mujer traerá al mundo niños que serán entre ellos hermanas y hermanos, hasta que el desarrollo de la paternidad (Paternität) disuelva esa unidad y la indiferenciación quede superada por el principio de la diferenciación y la división. (Aclaración : indiferenciación = igualdad; diferenciación y división = segregación y jerarquía, por sexo, orden de nacimiento, reconocimiento paterno y de la familia patriarcal, etc. )
En los estadios de la matrística ese aspecto del principio materno (mutterprinzips) alcanzó multitud de expresiones variadas .... En el se funda el principio de libertad e igualdad universales, que a menudo encontramos como rasgos esenciales de la vida de los pueblos ginecocráticos (gynaikokratischer), y a él se debe también la Philoxenia u hospitalidad (sub nuestro)... el significado abarcante de ciertos términos... ya que todos los miembros del estado eran considerados familiares debido a su procedencia común de una misma madre, la tierra... Sobre todo se ha alabado en los estados ginecocráticos la ausencia de disensiones internas y su rechazo de la discordia. Aquellas solemnes asambleas comunales (s.n) o ‘panegirios’ que todo el pueblo celebraba compartiendo un sentimiento de fraternidad ...
El tejido de costumbres del mundo ginecocrático está rodeado de un halo de benévola humanidad, ... y le otorga un carácter que permite reconocer de nuevo todo lo que el universo materno conlleva de benéfico. Estas generaciones humanas primitivas, que subordinadas en todo su ser a la ley de la madre proporcionaron a la posteridad los rasgos esenciales de la imagen de la edad de plata de la humanidad, aparecen bajo el aspecto de una ingenuidad saturna. Qué comprensible resulta ahora el realce de la madre y de sus continuos y esmerados cuidados, tal y como lo describe Hesíodo, así como la eterna minoría de edad de los hijos que siguiendo una evolución más corporal que espiritual, disfrutan hasta una edad avanzada de la paz y la plenitud que la vida agrícola ofrece al amparo de la madre; estas imágenes corresponden a la de una felicidad perdida (s.n), sustentada siempre por el dominio de lo maternal (muttertum), y remiten a aquellas ‘archeia phyla gynaikon (generaciones primitivas de mujeres) con las que desapareció la paz sobre la tierra. La historicidad del mito encuentra aquí una sorprendente confirmación. Ni... la fantasía, ni... la poesía... deben desfigurar el núcleo histórico de la tradición, ni ensombrecer el carácter esencial de la existencia humana arcaica y su significación para la vida.
Y también:
Aquella relación, a cuya sombra entra la humanidad en contacto con la cultura, y que constituye el origen del desarrollo de toda virtud, del cultivo de lo más noble en el hombre, es la magia de la maternidad... En el cuidado de los frutos de su cuerpo, aprende la mujer, antes que el hombre, a desplegar su amor y cuidados más allá de los límites de su propia persona... al sustento y embellecimiento de otros seres. Estos cuidados son la base del desarrollo de la cultura... Esta idea... es expresada por los cretenses cuando vuelcan el máximo amor a su tierra natal en la palabra matria, y a esta idea se hace referencia cuando se ensalza la comunalidad del regazo materno como... la única verdadera y originaria unión fraterna...
(4) Marija Gimbutas, Gods and Goddesses of Ancient Europe (1992)
(5) Yang Erche Namu y Christine Mathieu La Tierra de las Mujeres Lumen, Barcelona 2003:
Los moso son el único pueblo del mundo que consideran el matrimonio como un ataque a la familia... En un hogar moso solo las mujeres cuentan con habitación propia... se supone que los hombres adultos pasan la noche con sus amantes... Si bien tanto la mujer como el hombre son libres de elegir a sus amantes y mantener relaciones sexuales el tiempo que deseen, lo que una mujer y su ‘amigo’ (azhu) hagan en la intimidad del cuarto de ella pertenece siempre al terreno de la discreción individual. Si los miembros de una pareja deciden hacer pública su relación, podrán pasar tiempo juntos con los parientes respectivos... (pero) en ningún caso supone el intercambio de votos ni de propiedad, el cuidado de los hijos ni las expectativas de fidelidad... Cuando en los años cincuenta los funcionarios chinos toparon por primera vez con los moso, quedaron atónitos ante sus relaciones, tanto por el número de mujeres y hombres que afirmaban haberlas mantenido como por la absoluta falta de inhibición que mostraba la gente... Pags 314-316
El protocolo social moso pone el énfasis en la importancia de la edad sobre el sexo y exige, por tanto, la deferencia de todos los miembros de la comunidad hacia las personas mayores sin distinción una anciana que sea ‘dabu’ (‘cabeza de familia) ejerce una autoridad excesiva sobre sus familiares. En términos ideales las familias moso constituyen unidades democráticas donde se supone que todos los parientes participan en la toma de decisiones... la división del trabajo y la religión se ajustan a la norma general de segregación entre las mujeres y sus hermanos y pueden verse como papeles complementarios más que jerárquicos... En cualquier caso, lo que no tiene discusión es que sociedad moso no está gobernada por mujeres como divulgan siempre los medios de comunicación... Está claro que en la familia moso el vículo maternal determina los lazos de sangre, pero esto no hace de ésta una sociedad matriarcal sino matrilineal.(negrita nuestra) Pags.317-318
(6) Luce Irigaray El cuerpo a cuerpo con la madre, laSal ediciones des Dones:
¿Dónde quedan para nosotras, lo imaginario y lo simbólico dela vida intrauterina y del primer cuerpo a cuerpo con la madre? ¿En qué noche, en qué locura quedan abandonados?... Deseo loco esta relación con la madre, ya que constituye el ‘continente negro’ por excelencia. Permanece en la sombra de nuestra cultura, es su sombra y sus infiernos... Pags 11 y 7
(7) Michael Balint La Falta Básica Ed.Paidós
Atendiendo a los hechos biológicos, sabemos que la dependencia del feto respecto de su ambiente es extrema, ciertamente más intensa que la dependencia de un infante o de un adulto... Llegamos a la hipótesis de que la catexia del ambiente por el feto debe ser muy intensa, más intensa que la de un niño o la de un adulto. El ambiente, sin embargo, probablemente esté indiferenciado... apenas debe tener alguna estructura y menos aun claras fronteras con el individuo; ambiente e individuo penetran el uno en el otro, existen juntos en una 'interpenetración armoniosa'. Un importante ejemplo de esta interpenetración armoniosa es el pez en el agua (uno de los símbolos más arcaicos y más ampliamente empleados). Sería tonto preguntar si el agua que está en las agallas o en la boca del animal es parte del mar o del pez...
...Conviene recordar que nuestra relación con el aire que nos rodea presenta exactamente el mismo esquema. Usamos el aire y, en realidad, no podemos vivir sin él; lo aspiramos para tomar partes del aire y usarlas como nos conviene; luego... lo exhalamos sin prestarle la menor atención. Lo cierto es que el aire debe estar presente... y sin embargo no lo advertimos. Este tipo de ambiente sencillamente debe estar presente y mientras lo esté damos por descontada su existencia, no lo consideramos como un objeto, como algo separado de nosotros... La situación cambia radicalmente si el ambiente se altera... entonces ese ambiente aparentemente no catectizado asume una importancia inmensa y se hace manifiesta su verdadera catexia latente.
Lo mismo que en el caso de la relación del pez y el agua tampoco en nuestra relación con el aire hay límites bien marcados. No tiene sentido preguntar si el aire que está en nuestros pulmones o en nuestros intestinos es nuestro o no lo es... vivimos con el aire en una armoniosa interpenetración o embolismo. (...)
De conformidad con mi teoría, el individuo nace en un estado de intensa relación con su ambiente, tanto biológicamente como libidinalmente... En ese mundo... no hay todavía objetos, sólo hay sustancias o espacios sin límites. (Pags. 83-85)
A Balint le cuesta hablar de la madre, y habla de la catexia del ‘ambiente’... pero también en otros párrafos habla de la interdependencia libidinal madre-criatura:
La relación que trata de designar la expresión 'dependencia oral', no es una dependencia unilateral, sino que es una 'interdependencia'; libidinalmente, la madre depende en la misma medida de su bebé en que éste depende de ella; aquí no se da una determinada satisfacción independientemente de la otra parte. (pag. 194)
Y luego explica muy claramente ‘la falta básica’ de la criatura humana cuando le quitan la madre:
¿Por qué 'falta'? Primero, porque ésta es exactamente la palabra usada por muchos pacientes para designarla. El paciente dice que le falta algo en su interior, una falta que debe ser reparada. Y se la siente como una falta, no como un complejo, no como un conflicto, no como una situación. Segundo, los pacientes tienen una sensación de que la causa de la falta está en que alguien les falló o los descuidó; y tercero, una gran ansiedad invariablemente alienta en este nivel, ansiedad habitualmente expresada como una desesperada demanda de que esta vez el analista no habrá de fallarles.(sub.míos)
El término equivalente 'falla' se emplea en algunas ciencias para denotar deficiencias que recuerdan el punto que estamos discutiendo. Por ejemplo, en geología y en cristalografía la palabra designa una súbita irregularidad en la estructura general, una irregularidad que en circunstancias normales podría pasar inadvertida pero que, mediando ciertas tensiones o presiones, puede determinar una rotura que afecte profundamente la estructura general.
Estamos acostumbrados a concebir toda fuerza dinámica que opera en la psique como algo que asume la forma de una pulsión biológica, o bien la forma de un conflicto. Aunque altamente dinámica (sub.mío), la fuerza que tiene su origen en la falta básica no asume la forma de un instinto ni la de un conflicto. Se trata de una falta, algo que falla en la psique, una especie de deficiencia que es menester reparar. No es algo contenido como por un dique que necesite una válvula de escape, sino que es algo que el paciente echa de menos ahora, o quizá haya echado de menos durante toda su vida.(...)Todos estos hechos pertenecen esencialmente al campo de la psicología de dos personas y son más elementales que los correspondientes al nivel edípico de tres personas. Además les falta la estructura de un conflicto. Esta es una de las razones por las cuales propuse llamarlos 'básicos'. (...)El adjetivo 'básico'... significa no sólo que se refiere a condiciones más simples que las que caracterizan el complejo de Edipo, sino también que su influencia se extiende ampliamente, y es probable que se extienda a toda la estructura psicobiológica del individuo y que abarque en varios grados tanto su psique como su cuerpo. (subrayado mío) (pag. 110)
(8) S. Freud, Trois essais sur la théorie de la sexualité. Ed.NRF, Paris 1924 (16ª edición) Pag. 77.
(9) Wilhem Reich La Función del Orgasmo Paidos
En los comienzos de la historia, la vida sexual humana seguía leyes naturales que ponían los fundamentos de una sociabilidad natural. Desde entonces, el período del patriarcado autoritario de los 4 mil a 6 mil últimos años, ha creado, con la energía de la sexualidad natural reprimida, la sexualidad secundaria, perversa, del hombre de hoy.
Ninguna otra parte de mi teoría ha hecho peligrar más mi existencia y mi trabajo que la afirmación de que la autorregulación es posible, existe naturalmente y es susceptible de una expansión universal. (...)
La estructura caracterológica del hombre actual (que está perpetuando una cultura patriarcal y autoritaria de hace 4 a 6 mil años atrás) se caracteriza por un acorazamiento contra la naturaleza dentro de sí mismo y contra la miseria social que le rodea. Este acorazamiento del carácter es la base de la soledad, el desamparo, el insaciable deseo de autoridad, del miedo, de la angustia mística, de la miseria sexual, de la rebelión impotente así como de una resignación artificial y patológica. Los seres humanos han adoptado una actitud hostil a lo que está vivo dentro de sí mismos, de lo cual se han alejado. Esta enajenación no tiene un orígen biológico, sino social y económico. No se encuentra en la historia humana antes del desarrollo del orden social patriarcal. (...)
El proceso sexual, o sea, el proceso de expansión del placer, es el proceso vital productivo per se. (...)
La Psicología de masas del fascismo:
El mutterrecht (sociedad basada en el derecho de madre), cuya existencia histórica ha sido probada, no representa solamente la organización de la democracia natural del trabajo, sino también la organización natural de la sociedad que obedece a los imperativos de la economía sexual. (pag 119)
La Iglesia ha extendido... la tesis de la ‘naturaleza metafísicamente moral del hombre, de su esencia monógama, etc. Por este motivo, los descubrimientos de Bachofen amenazaban con trastornarlo todo. No sólo resulta desconcertante la organización sexual del mutterrecht, por una organización diferente de la consaguineidad, sino también por el efecto autorregulador natural que imprimía a la vida sexual. Hasta Morgan, y después de él, Engels, nadie había reconocido su auténtico fundamento que era la ausencia de propiedad privada de los medios de producción social. (Pag. 120)
(10) Morgan L.H. La sociedad primitiva Ed. Endymon
(11) Malinowski, B. The sexual life of savages in North Western Melanesia, Beacon Press
(12) Para entender lo que es una formación sinérgica basta con pensar en cada uno de nuestros cuerpos, en el que cada molécula, célula, sistema de tejidos y órganos se agrupan para realizar cada cual su función, sin relacióden jerárquica ni órdenes exteriores, por su proceso ontogenético y filogenético, en beneficio propio y del conjunto del cuerpo).
(13)Deleuze y Guattari El Antiedipo Piados, 1985.
(14) Henri Delporte La imagen de la mujer en el arte paleolíticoEd.Itsmo (15) Sobre el útero: ver Casilda Rodrigáñez El Asalto al Hades, capítulo 3 y 4 Ed. Traficantes de Sueños, 2002. (16) Maryse de Choisy, La guerre des sexes, Publications Premiers
(17) Juan Merelo Barberá Parirás con Placer
El orgasmo en el parto es un hecho corriente y no es insólito ni raro en la naturaleza de la mujer, que puede ser fácilmente inducida a obtenerlo si se despejan de su mente culturizada todos los obstáculos que la sociedad machista ha interpuesto para que no lo consiga, y si no interrumpen el proceso los médicos formados para impedir la expansión erótica femenina -origen de la ginecología o ciencia de la mujer-.
(18) Frederick Leboyer: El Parto: crónica de un viaje Ed. Altafulla:
¿Qué hace sufrir a la mujer que da a luz?...La mujer sufre debido a las contracciones...
Unas contracciones que no acaban nunca y que hacen un daño atroz¡pero eso son calambres!Todo lo contrario de las ’contracciones adecuadas’....
Lo que hasta ahora se había tomado por ‘contracciones adecuadas’eran contracciones altamente patológicasy de la peor calidad,
¡Qué sorpresa!¡Qué revelación!¡Qué revolución en ciernes!....
En vez de contraerse ‘en bloque y brutalmente’,el útero lo hace lenta, progresivamente y casi con dulzuracuando la contracción llega a su punto límiteobservamos cómo, después de una pausa que, aun siendo breve,no deja de ser muy nítida, el útero se relaja,y lo hace con la misma lentitud extrema, la misma progresividad.con una nueva pausa en total reposo.
Esta lentitud, que sólo tiene parangón en los movimientosvoluntariamente lentos del tai-chi-chuan, determinaque las contracciones, vistas en conjunto, se asemejen a la respiraciónlenta, profunda y completamente sosegada de un niñocuando duerme y disfruta de un reposo sin par.
....
Los primeros planos que muestran el vientre de la mujerno dejan lugar a dudas en cuanto a la realidad de estas contracciones.A su vez, los primeros planos de su caramientras sigue avanzando en ‘su trabajo’expresan con elocuencia que,esa joven mujer, en lugar de ‘retorcerse de dolor’avanza lentamente hacia el ‘éxtasis’.
(19) Tellenbach , Assman et al. L’Image du père dans le mythe et l’Histoire, PUF, 1983

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