martes, 10 de febrero de 2009

El Estado como paradigma de poder



EL ESTADO COMO PARADIGMA DE PODER
http://www.scribd.com/doc/9414791/Christian-Ferrer-El-lenguaje-libertario

EDUARDO COLOMBO
(Extraído de: "El lenguaje libertario." Ch. Ferrer-compilador
Ed. Utopía Libertaria-2005. Pags 57-80 )

“El más grande, es más, el único delito contra el Estado es la anarquía...”
Hegel
“...igualar los hombres, sueño sedicioso... quimera impía y sacrílega...”[1]

¿Qué otro peligro mayor puede amenazar a la dominación y al privilegio si no es la igualdad, condición indispensable a la libertad humana? La igualdad nos predispone “a considerar con ojos descon-
fiados toda autoridad”; ella inspira la indocilidad y –decía Tocqueville– “la admiro viéndola depositar en el fondo del espíritu y del corazón de cada hombre esa noción oscura, esa inclinación instintiva que es la independencia política”[2]. Pero el credo liberal, partiendo del individuo autónomo y completo del derecho natural, encuentra rápidamente sus límites estatistas aunque se cubra con el ropaje del “neoanarquismo”. Porque la libertad de cada ser humano no es anterior al hecho social, no es una abstracción que encuentra su expansión coartada por otra libertad igual. Los hombres no ceden una parte de su libertad para construir el espacio político de la polis; no
contratan nada ni nada enajenan por su propia voluntad. “La tiranía que se pretendía de derecho divino era odiosa, él (Rousseau) la reorganiza y la torna respetable haciéndola derivar del pueblo”[3]. Proudhon no tolera la superchería del Contrato Social y de la Voluntad General. Bakunin, al definir el principio positivo de la libertad, lo basa sobre la igualdad y la solidaridad colectivas, ya que la
libertad (como por otro lado la dominación) es un producto de la actividad social del hombre.
“En suma, el hombre aislado no puede tener conciencia de su libertad. Ser libre, para el hombre, significa ser reconocido y tratado como tal por otro hombre, por todos los hombres que están alrededor.” Y Bakunin agrega: “No soy verdaderamente libre, sino cuando todos los seres humanos que están a mi alrededor, hombres y mujeres, son igualmente libres. La libertad de los otros, lejos de ser un límite o la negación de mi libertad, es la condición necesaria y su confirmación. Soy verdaderamente libre sólo gracias a la libertad de los otros... Mi libertad personal, así confirmada por la libertad de todos, se extiende
hasta el infinito”[4].

Citar una vez más estos conocidos párrafos puede parecer banal entre anarquistas, pero ellos sintetizan magníficamente ese imbricamiento esencial a la teoría anárquica, de la igualdad y de la libertad creadoras del único espacio político en el que la diversidad de los individuos, la desigualdad de fuerzas y talentos, encuentran su complementariedad posible. Argumento que se puede decir con otra fórmula: “(Que) la libertad sin el socialismo es el privilegio y la injusticia; y (que) el socialismo sin la libertad es la esclavitud y la brutalidad”[5].

Cuando el poder político se autonomiza y se organiza en Estado nace una barrera que se hace infranqueable entre la libertad y la igualdad. El principio del Estado perpetúa la heteronomía de lo social, sanciona la jerarquía institucional y reproduce la dominación al infinito.
Por esto las críticas constantes desde los orígenes del anarquismo, a partir de Godwin, Proudhon y Bakunin, a la idea liberal del pacto originario o contrato social que funda en derecho la idea de Estado. “Las consecuencias del contrato social son en realidad funestas, porque desembocan en la dominación absoluta del Estado”[6].

En la perspectiva liberal individualista, propia de la consolidación ideológica del Estado-nación a partir del siglo XVII, la sociedad es representada como la consecuencia del abandono del “estado de naturaleza” y la construcción consecutiva de un “cuerpo” político autónomo que es al mismo tiempo un principio jerárquico de ordenación institucional; su consecuencia lógica es la disolución de la sociedad en el Estado. El anarquismo concibe la instancia política como formando parte de la sociedad global y postula la posibilidad
organizacional de una estructura compleja, conflictual, inacabada, jamás transparente o definitiva, basada sobre la reciprocidad generalizada y la autonomía del sujeto de la acción, y no sobre una parcelación y distribución del Poder.

La anarquía es una figura, un principio organizativo, un modo de representación de lo político. El Estado es un principio diferente y opuesto. El Estado es, fundamentalmente, un paradigma de estructuración jerárquica de la sociedad, necesario e irreductible en el espacio del poder político o dominación, porque este espacio es construido a partir de la expropiación que efectúa una parte de la sociedad sobre la capacidad global que tiene todo grupo humano de definir modos de relación, normas, costumbres, códigos, instituciones, capacidad que hemos llamado simbólico-instituyente y que es lo propio, lo que define y constituye el nivel humano de integración social.
Esta expropiación no es necesaria ni exclusivamente un acto de fuerza; ella contiene y exige el postulado de la obligación política o deber de obediencia. [Continúa....]

[Seguir leyendo este artículo acá pag 59 y también para bajar el pdf de todo el libro "El lenguaje libertario", altamente recomendable.]

* Este texto es una contribución presentada al Convenio Internacional de Estudios sobre el Anarquismo, que tuvo lugar en Venecia en septiembre de 1984, y fue publicado en la revista Volontà Nº 3/84. Fue traducido al castellano por la revista Utopía Nº 5, Buenos Aires, 1985.

1. Bossuet, Oraison funèbre, á Henriette de France, Ed. Tallander, París, 1972, pág. 96.
2. Tocqueville, Alexis de. De la Démocratie en Amérique, Ed. Gemin, París, 1951, T. 2, pág. 393.
3. Proudhon, Pierre, Idée générale de la révolution en 19º siècle, Ed. Groupe Fresnes-Antony de la Federation Anarchiste, París, 1979, pág. 96.
4. Bakunin, Mijail, Oeuvres complètes, Ed. Champ libre, París, 1982, Vol. 8, págs. 171/73.
5. Bakunin, Mijail, “Propositions motiveé au Comité Central de la Ligue de la Paix et de la Liberté”, Ginebra, 1867. Federalisme, socialisme et antiteologisme, Oeuvres, Stock, París, 1895-1950, Vol. 1, pág. 96.
6. Ibidem, pág. 174.Justificar a ambos lados

No hay comentarios: