viernes, 27 de julio de 2012



Salvadora Medina Onrubia nacio en 1894, en La Plata, Argentina. Escritora, poetisa, anarquista y feminista argentina.

Vivió sus primeros años en Entre Ríos; de carácter independiente y audaz, fue madre soltera a los dieciseis años; además de haber sido abandonada por el padre de su hijo, sufrió la crítica y el desprecio de la sociedad conservadora, fue "aquella a quien no se respeta", pero supo enfrentar con valentía el oprobio.
Salvadora se mudó a Rosario donde conoció a Alfonsina Storni; compartió con ella su condición de madre soltera y mantuvo una amistad que sólo terminó con el suicidio de la poetisa. En 1914 se trasladó a Buenos Aires y un año después se casó con Natalio Botana (1888-1941), controvertido periodista, creador del diario sensacionalista Crítica, con quien tuvo tres hijos. Salvadora colaboró como la primera mujer periodista, en el diario anarco-comunista La Protesta; luego en Crítica, con artículos a favor de presos políticos.


Al mismo tiempo, había empezado su actividad literaria con "Almafuerte" (1913), la primera obra teatral anarquista, escrita por una mujer; siguió desarrollando una destacada carrera como autora teatral dramática y fue propulsora del teatro para niños. Fue transgresora, luchó por la autonomía y validez de su pensamiento;en sus obras difundía su ideario anarco-feminista: la educación de la mujer y de mejoras sociales. "Las descentradas" fue estrenada en el teatro Odeón, con gran éxito en 1928; aquí la protagonista se replanteaba el valor de su matrimonio, el desafío entre el deber y el amor más allá de la institución.
Desde joven Salvadora mantuvo una tenaz actitud militante y luchó, valiente y desafiante, por la libertad y la justicia social, participaba en los movimientos obreros libertarios y fue oradora en los mitines politicos. Por esa lucha participó en la Semana Trágica de 1919. En 1930 con la dictadura del general Uriburu (1868-1932) la clase obrera y los militantes sindicales fueron objetos de persecuciones y matanzas. Uriburu ordenó la prisión de Salvadora; tenía 37 años cuando se convirtió en la primera mujer encarcelada por motivos políticos. Desde la prisión le mandó una carta al dictador donde le manifestaba todo su desprecio y se reconocía como más grande y más fuerte, ya que él, desde la silla presidencial, denigraba e infamaba a una mujer.

Natalio Botana, como marido y director del diario Crítica, eclipsó la trayectoria profesional de Salvadora: el diario apoyaba la revolución del 30, ella la despreciaba. El marido censuraba su práctica anarco-feminista, tampoco apoyaba sus críticas sobre el matrimonio y la defensa del amor libre que manifestaba en sus obras teatrales. A pesar de sus ideas, Salvadora se sometió a la autoridad que ejercían su marido y sus hijos, que consideraban sus actitudes, extravagantes. Tras la muerte de su esposo, dirigió el diario Crítica desde 1946 al 1951, año en que fue cerrado por el gobierno de Juan Domingo Perón (1895-1974).

Su último libro fue "Crítica y su verdad" (1958) un ensayo y relato sobre la lucha y expropiación del famoso diario. Autora de obras de teatro anarquistas y una de las primeras dramaturgas latinoamericanos, la vida de Salvadora y su ideologìa fue olvidada por casi todos los argentinos.

Salvadora Medina de Botana murió en Buenos Aires en 1972. Es reedescubierta varias décadas después y sus textos sobre la crítica femenina, siguen aún vigentes.


Carta al general Uriburu, Cárcel del Buen Pastor, julio 5 de 1931

Gral. Uriburu, acabo de enterarme del petitorio presentado al gobierno provisional pidiendo magnanimidad para mí. Agradezco a mis compañeros de letras su leal y humanitario gesto; reconozco el valor moral que han demostrado en este momento de cobardía colectiva al atreverse por mi piedad a desafiar sus tonantes iras de Júpiter doméstico. Pero no autorizo el piadoso pedido ... Magnanimidad implica perdón de una falta. Y yo ni recuerdo faltas ni necesito magnanimidades.
Señor general Uriburu, yo sé sufrir. Sé sufrir con serenidad y con inteligencia. Y desde ya lo autorizo que se ensañe conmigo si eso le hace sentirse más general y más presidente. Entre todas esas cosas defectuosas y subversivas en que yo creo, hay una que se llama karma, no es un explosivo, es una ley cíclica. Esta creencia me hace ver el momento por que pasa mi país como una cosa inevitable, fatal, pero necesaria para despertar en los argentinos un sentido de moral cívica dormido en ello. Y en cuanto a mi encierro: es una prueba espiritual más y no la más dura de las que mi destino es una larga cadena. Soporto con todo mi valor la mayor injuria y la mayor vergüenza con que puede azotarse a una mujer pura y me siento por ello como ennoblecida y dignificada. Soy, en este momento, como un símbolo de mi Patria. Soy en mi carne la Argentina misma, y los pueblos no piden magnanimidad.
En este innoble rincón donde su fantasía conspiradora me ha encerrado, me siento más grande y más fuerte que Ud., que desde la silla donde los grandes hombres gestaron la Nación, dedica sus heroicas energías de militar argentino a asolar hogares respetables y a denigrar e infamar una mujer ante los ojos de sus hijos ... y eso que tengo la vaga sospecha de que Ud. debió salir de algún hogar y debió también tener una madre. Pero yo sé bien que ante los verdaderos hombres y ante todos los seres dignos de mi país y del mundo, en este inverosímil asunto de los dos, el degradado y envilecido es Ud. y que usted, por enceguecido que esté, debe saber eso tan bien como yo.
General Uriburu, guárdese sus magnanimidades junto a sus iras y sienta como, desde este rincón de miserable cruzo la cara con todo mi desprecio.

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